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Un desarrollo local para la mayoría

Por: Idioma: Español Tipo de contenido:
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Tipo de soporte:
  • recurso en línea
Tema(s): Recursos en línea: En: Alternativas económicas número 44 (enero 2017)Alcance y contenido: La crisis económica se ha convertido en una crisis social, y la política económica local está fallando. La pobreza, la desigualdad, el acceso a la vivienda, los salarios bajos y el trabajo inseguro han arraigado en nuestras ciudades. Necesitamos un nuevo urbanismo radical que nos permita afrontar estos problemas y ofrecer mejores resultados sociales a gran escala. La ironía es que en nuestras ciudades no falta riqueza. Mientras una minoría de personas y de zonas disfruta de enormes beneficios ligados al éxito económico, muchas otras, no. Basta pasear por el centro de cualquier localidad: cuando uno se aleja de los grandes almacenes y las tiendas locales, los restaurantes bulliciosos, los gloriosos espacios públicos, las nuevas zonas residenciales urbanas y los pequeños comercios del final de la calle, se pasa a otra historia. No siempre se puede ver la pobreza y la desesperación, porque muchas áreas han sido objeto de una regeneración física, externa, pero se observan señales. Hablar con la gente o con las organizaciones no gubernamentales hace evidentes de inmediato las dificultades de sobrevivir a las dificultades diarias con bajos sueldos, desempleo juvenil y costes crecientes de la vivienda. El futuro debe pasar por que la riqueza ya existente y la nueva riqueza funcionen mejor para la gente. Un desarrollo económico local progresista ofrecería buenos empleos, mejores pagas, más riqueza y mejor sanidad, vidas realizadas y esperanza. Los ciudadanos serían incentivados a crear sus propios empleos. La riqueza fluiría, en lugar de quedarse pegada a los más ricos, dejando sólo migajas entre quienes disponen de menos recursos. Para conseguirlo, necesitamos una política económica local más activa, que se preocupe más por los ciudados sociales, que sea innovadora y que experimente a la hora de enfrentarse a la pobreza y a la desigualdad.
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La crisis económica se ha convertido en una crisis social, y la política económica local está fallando. La pobreza, la desigualdad, el acceso a la vivienda, los salarios bajos y el trabajo inseguro han arraigado en nuestras ciudades. Necesitamos un nuevo urbanismo radical que nos permita afrontar estos problemas y ofrecer mejores resultados sociales a gran escala. La ironía es que en nuestras ciudades no falta riqueza. Mientras una minoría de personas y de zonas disfruta de enormes beneficios ligados al éxito económico, muchas otras, no. Basta pasear por el centro de cualquier localidad: cuando uno se aleja de los grandes almacenes y las tiendas locales, los restaurantes bulliciosos, los gloriosos espacios públicos, las nuevas zonas residenciales urbanas y los pequeños comercios del final de la calle, se pasa a otra historia. No siempre se puede ver la pobreza y la desesperación, porque muchas áreas han sido objeto de una regeneración física, externa, pero se observan señales. Hablar con la gente o con las organizaciones no gubernamentales hace evidentes de inmediato las dificultades de sobrevivir a las dificultades diarias con bajos sueldos, desempleo juvenil y costes crecientes de la vivienda. El futuro debe pasar por que la riqueza ya existente y la nueva riqueza funcionen mejor para la gente. Un desarrollo económico local progresista ofrecería buenos empleos, mejores pagas, más riqueza y mejor sanidad, vidas realizadas y esperanza. Los ciudadanos serían incentivados a crear sus propios empleos. La riqueza fluiría, en lugar de quedarse pegada a los más ricos, dejando sólo migajas entre quienes disponen de menos recursos. Para conseguirlo, necesitamos una política económica local más activa, que se preocupe más por los ciudados sociales, que sea innovadora y que experimente a la hora de enfrentarse a la pobreza y a la desigualdad.

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